Quiero comenzar citando el art. 85 de la Constitución de la República que establece que el sistema político es pluralista y se expresa por medio de los partidos políticos, que son el único instrumento para el ejercicio de la representación del pueblo dentro del Gobierno. ¿Cuál es la importancia del pluralismo ideológico en una democracia parlamentaria? No podemos concebir en el siglo XXI que todos debamos pensar de la misma manera, si esto fuera así estaríamos apoyando un régimen totalitario, atentando al derecho de expresión y difusión de una diversidad de opiniones, creencias o concepciones del mundo. El pluralismo político es el pilar del estado de derecho democrático moderno ya que esto sirve de contrapeso, este pluralismo político debe ser la base del funcionamiento de los partidos.

El sistema democrático salvadoreño que se materializa a través de la pluralidad política está cimentado en dos derechos humanos como son los artículos 6 y 7 de la Constitución que regulan que todas las personas pueden expresarse y difundir libremente sus pensamientos siempre que no subviertan el orden público, ni lesione la moral, el honor, ni la vida privada de los demás, y por supuesto el derecho de asociación que es lo que permite que las personas se organicen a través de los institutos políticos para participar y ejercer el poder. La Ley de Partidos Políticos estableció la obligación a los partidos políticos de ajustar su organización a los principios democráticos y promover la defensa del sistema republicano, democrático y representativo de gobierno.

Quiero hacer una mirada hacia el interior de los partidos políticos, que tan democráticos somos y que tanto promovemos la defensa del sistema democrático en El Salvador. Para responder esto basta revisar los procesos internos para elegir a nuestros candidatos de elección popular: presidentes, vicepresidentes, diputados, alcaldes y autoridades internas a nivel nacional, departamental y municipal y demás estructuras de la organización. Transparentar los mecanismos de democracia interna sirve para fortalecer el sistema democrático del país, estos mecanismos no pueden ser únicamente de carácter formal, sino que deben garantizar principios fundamentales como la libertad de pensamiento y conciencia.

Por ello el constituyente plasmó el art. 125 que dice: Los Diputados representan al pueblo entero y no están ligados por ningún mandato imperativo. Son inviolables y no tendrán responsabilidad en tiempo alguno por las opiniones o votos que emitan. No se le puede exigir al diputado que se comporte con apego irrestricto a determinada línea política o que obedezca ciegamente las directrices que le impone el partido ya que lo ampara el art. 6 de la Constitución que se refiere a la libertad de expresión que le permite exponer su propia visión de los problemas y temas que se debaten en la Asamblea Legislativa.

El derecho a la libertad de expresión es inherente a la persona humana, de este derecho nace la libertad de disentir, no podemos tolerar a los matones políticos, a lo que les gritan a las mujeres, a los que hacen terrorismo cibernético. Yo tengo muy claro el mandato que recibí de los miles de ciudadanos que votaron por mí en 2018, lo hicieron por una renovación de ideas, por un relevo generacional, por mi trayectoria personal y profesional. Pero aún más estoy muy clara del mensaje del pueblo salvadoreño que se manifestó el 3 de febrero, buscan políticos que resuelvan las necesidades de la gente, que transformen los problemas estructurales del país y que generen oportunidades de desarrollo humano. Excluir por disentir no resolverá la crisis, al contrario, la agudizará porque se cerrará al debate y al dinamismo de la democracia.